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jueves, 4 de junio de 2020

"La ALEGRIA" de un arroyo

En los días de calor fuerte el agua de cualquier arroyo solía ser el gran alivio al caminar por los campos, sentarse bajo la sobra de los árboles, en las raíces o al borde del barranco, (ahora que lo recuerdo era maravilloso), mientras oías el correr del agua, a las topotas y sardinitas ir en la corriente, el viento cuando se hacia presente refrescaba hasta el alma.

Muchas veces con mis hermanos nos quedábamos a jugar en las partes que eran un tanto más profundas, todos ahí aprendimos a nadar entre juego y juego, ahora pienso que eso ha sido algo irresponsable, pero uno no sabe de muchos riesgos, no es tan consciente. Por fortuna nunca tuvimos ninguna desventura que lamentar. En alguna ocasión tuve con uno de mis hermanos la oportunidad de ir con mis primos a divertirnos y conocer como lo hacían ellos.


Durante la sequía, el arroyo se limitaba a hilos de agua y en otros tramos a solo pequeños depósitos que iban ensuciándose día a día. Los días de lluvias son los que más felicidad en los cauces acarreaban, los arroyos se convertían en majestuosos ríos con agua limpia, la lluvia solía pescarnos en plena jornada de trabajo y un buen árbol frondoso servia de techo para guarecerse un poco. Solo el recordar esos maravillosos momentos, me hacen sentir feliz de haberlos vivido y a la vez esa nostalgia por querer que se susciten nuevos eventos.

Con arroyos ahora semejando ríos, el agua limpia que acarreaba sus corrientes, me daban cierto temor de repente, ya que lo que se dice nadar bien, no se hacerlo y si me entraba el pavor de que algo malo sucediera. Dejando a un lado todo ese temor, invadido de alegría con mis hermanos no lo pensábamos tanto y nos sumergíamos a disfrutar las nuevas formaciones del arroyo, los barrancos eran perfectos para los clavados, la imaginación tomaba las riendas. El agua subía las pequeñas laderas cubriendo el pasto y no había mucha tierra que remover al jugar en esas zonas. Se hacia un deleite el agua que muchas veces se sentía fría. Al centro del arroyo la corriente se tornaba muy fuerte arrastrando palos por todo el recorrido, solo donde los alambrados de púas se interponían, iban quedándose los que eran mas gruesos o largos.


Me doy cuenta que a esa edad, tampoco se es tan consciente que algunas personas eran severamente perjudicadas con los niveles de lluvias.


Tolentino GS
Créditos de las fotos: Medel Gómez C.

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